Es uno de los montes más entrañables para los andorranos ya que en sus laderas y extendiéndose hacia el llano se encuentra la población, además alberga la ermita de San Macario, patrón del municipio.

En la cumbre del cerro (814 m.) se sitúa  la ermita y un establecimiento hotelero recientemente restaurado. A todo ello  se accede mediante un serpenteante calvario,  una carretera que asciende  bordeando  la colina (ambos por la ladera norte) y un camino agrícola (por la ladera sur) que es utilizado además para los paseos habituales de los andorranos.

Hasta principios de los años 80 del siglo XX era un macizo montañoso rocoso  con vegetación de monte bajo y alguna encina en el plano de su cima,  como el resto de los pertenecientes a este pueblo.

Según la información proporcionada por el Archivo Municipal de Andorra, en el año 1980 la comisión permanente del ayuntamiento decidió elaborar un plan para la repoblación arbórea  del Monte de San Macario y alrededores. A finales de ese mismo año el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) le concedió una subvención para realizar estos trabajos. También se solicitó otra subvención al Ministerio de Comercio y Turismo, Delegación Provincial de Teruel, pero le fue denegada. Junto a una parte de los presupuestos municipales se llevó a cabo este proyecto en el año 1981, haciéndose un llamamiento a la población para efectuar la plantación con pinos, abetos, acacias, etc.

Más adelante, el Servicio de Extensión Agraria de la Diputación General de Aragón proporcionó una mezcla de semillas para la cubrición de 1000 metros cuadrados de suelo, con césped de diferentes especies (Agrotis tenuis, Poa Pratensis, Lulium perenne…) y trébol blanco (Trifolium repers).  En años posteriores, sobre todo a partir de 1990 se llevaron a cabo distintos proyectos de ajardinamiento y mejora de las infraestructuras de la zona, creando un parque infantil, un espacio de barbacoas, merenderos  bajo la sombra de las encinas y pinos,  miradores, aparcamientos  y varios espacios ajardinados.

Las juntas de San Macario, renovadas cada dos años,  también han colaborado con las repoblaciones y han jugado un papel muy destacado en las mejoras de las instalaciones.  En la actualidad se ha convertido en un frondoso espacio utilizado por los andorranos como zona de ocio y esparcimiento.

En la ladera sur existió hasta  el final del siglo XX  un vertedero controlado donde se depositaban escombros de obras, viejos electrodomésticos y enseres. Gracias a una subvención del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón concedida  al ayuntamiento, del año 2001 al 2003,   se procedió a su sellado y al acondicionamiento y tratamiento de tierras para su restauración (información del Archivo Municipal).

En varias ocasiones, y promovidas por el ayuntamiento, el Taller de Medio Ambiente y el Colectivo “Por un Andorra más sano”, se han realizado repoblaciones forestales en la citada zona sur,  con pino carrasco y encina pero al no ser una tierra bien preparada la evolución está siendo muy lenta.

Entre las dos zonas de antiguas escombreras,  se encuentra el Parque Arqueológico del poblado íbero  “El Cabo”.  La asociación “Sedetanos del Cabo” está acometiendo la reforestación de  uno de estos puntos con diversas especies como pinos, carrascas y frutales tradicionales.

Durante los últimos años, tanto personas particulares como pequeños colectivos ponen su granito de arena  con la plantación de árboles y arbustos característicos del clima mediterráneo.

Así, gracias al trabajo de todos, en las laderas (más naturalizadas)  y en el Parque podemos encontrar especies de árboles como pinos carrascos, robles quejigos, encinas, varios tipos de cipreses, ciruelos rojos… y arbustos ajardinados como adelfas, cotoneaster… además del los característicos del monte mediterráneo, romeros, tomillos, aliagas…

La frondosidad de esta vegetación alberga una importante variedad faunística,  en especial de aves silvestres (urracas, grajillas, palomas, tórtolas turcas, gorriones,…) aunque también se han visto corretear por sus laderas conejos y cabras montesas.

Es uno de los lugares imprescindibles para visitar y disfrutar cuando se visita Andorra. Además, desde sus miradores se puede visualizar casi todo el término municipal en sus cuatro puntos cardinales.