El mirador de la Val de Molinos, el Carnicero y las Picuetas (de izda a dcha)

La vegetación potencial del término de Andorra corresponde al  ecosistema del monte mediterráneo continentalizado junto a ecosistemas húmedos localizados en torno  al cauce del río Regallo y sus afluentes, ha diferentes puntos de agua como pequeñas balsas donde se recogen las aguas procedentes de la lluvia.

En la actualidad y debido a la importante intervención humana, una gran parte de esta vegetación potencial ha sido sustituida por extensos cultivos, matorral de degradación, pinares de repoblación y monte bajo.

Monte mediterráneo

Es el ecosistema natural  más importante debido a su extensión. La vegetación característica corresponde al área biogeográfica en la que se sitúa: la región mediterránea y dentro de ésta al piso bioclimático Mesomediterráneo que alcanza hasta los 700-800 m de altitud. En general se trata de una vegetación esclerófila adaptada al déficit hídrico, caracterizada por tallos leñosos junto a hojas duras y pequeñas para evitar la pérdida de agua.  

El pino carrasco y la encina son las especies autóctonas arbóreas representativas, si bien, en la actualidad los pinares pertenecen a repoblaciones que se han ido realizando  desde la década de los 50 del siglo XX y que se han ido naturalizando y extendiendo.

El encinar no cuenta con representación actual ya que ha ido desapareciendo, al igual que ocurre en toda el área mediterránea. Se encuentran hermosos ejemplares aislados y diseminados por todo el término, especialmente en El Plano y La Sarda, que han quedado como testigos de lo que antiguamente fuera un extenso encinar. 

El pino carrasco (Pinus Halepensis) es la especie autóctona más utilizada en las repoblaciones ya que se adapta a las condiciones extremas de aridez y deficiencia hídrica por lo que es ideal para colonizar las laderas de los montes. Realiza una función fundamental evitando la evolución de la erosión y ayuda a la regeneración del sotobosque. Distintivo de la especie es la persistencia de las piñas en el árbol durante varios años, aún abiertas.

Es un importante mantenedor de la biodiversidad ya que algunas aves rapaces hacen los nidos entre sus ramas, al igual que pájaros de menor tamaño ; otros aprovechan los huecos de los troncos. De las semillas de sus piñas se alimentan ardillas, piquituertos y ratones. Sus hojas aciculares son devoradoras por la procesionaria, el insecto más defoliador de los pinares españoles.

Su madera, muy resinosa,  es utilizada para calefacción y realización de cajas para transporte  ya que no tiene calidad para la carpintería.

La encina de nuestro medio (Quercus ilex ballota), conocida popularmente como carrasca, es distinta a la del área mediterránea ya que se encuentra adaptada a las condiciones de sequía y suelos pobres. Sus hojas son más redondeadas y anchas. Es muy resistente al frío pero no soporta las heladas fuertes, al igual que el pino. Es una gran ahorradora de agua pues en época de sequía los estomas de sus hojas se cierran para evitar la evapotranspiración.

Sus bellotas alimentan a jabalíes, ratones, ardillas y arrendajos. Gracias a éstos últimos crecen nuevas encinas ya que tienen la costumbre de enterrar las bellotas que no se comen y muchas de ellas germinan.

Su amplia copa ha servido de refugio a pastores y ganado durante las horas más calurosas del verano.

Su madera, fuerte y dura, es utilizada en carpintería y para hacer carbón vegetal. 

Encontramos robles quejigos (Quercus faginea) en plena recuperación en diferentes puntos orientados al norte (Val de Molinos, Los  Cabos, Monte de San Macario, Carralloza…), por ello reciben menos horas de luz solar conservando los suelos una mayor humedad. Su característica principal son sus hojas marcescentes, que permanecen secas en el árbol hasta que las nuevas las empujan en primavera. Los brotes jóvenes suelen presentar agallas de color marrón como defensa del árbol ante la picadura de una avispilla para realizar su puesta.

Otro de los árboles que merece nuestra atención es el pino piñonero (Pinus pinea) aunque el número de ejemplares sea bajo y se encuentren muy diseminados. Es más característico de la costa mediterránea pero si encuentra suelos arenosos también se desarrolla bien en el interior. Los más antiguos fueron plantados por personas de Andorra en sus bancales y gracias a las semillas  de sus grandes piñas, a su alrededor han ido naciendo y creciendo numerosos vástagos. Los piñones, que son comestibles, son ricos en aceite y están considerados como un preciado alimento.

 

El matorral arbustivo, representativo del llamado monte bajo y en una fase importante de regeneración, ocupa una gran superficie del término acompañando a las masas de pinares,  en las laderas de algunos relieves y en los ribazos que separan los bancales. En ocasiones se trata de un matorral de degradación que sustituye a antiguos bosques. Son especies de arbustos propias de terrenos áridos que desarrollan profundas raíces y detienen la erosión: enebros, coscojas, sabinas, aliagas…

El enebro (Juniperus oxycedrus) , también llamado «chinebro», no forma enebrales sino que suele encontrarse solo o acompañando a pinos, encinas y sabinas. Tradicionalmente se destilaba su madera para obtener el aceite de cada utilizado en veterinaria.

Sus frutos se utilizan para aromatizar licores y aguardientes como la ginebra y también en guisos tradicionales de carnes . Su follaje de hojas punzantes sirve de refugio a muchos animales.

La sabina negra (Juniperus phoenicea) crece en suelos muy pobres colonizando incluso zonas inhóspitas como fisuras de rocas y arenales. Es una especie muy resistente adaptándose a vivir en climas de gran amplitud térmica. Los mirlos y zorzales acuden a comer sus frutos maduros y algunas pequeñas aves aprovechan su espeso follaje para construir sus nidos. Su madera es aromática y dura, no se pudre; tradicionalmente se ha utilizado para hacer utensilios agrícolas como portaderas, escaleras y gayatas.

La coscoja (Quercus coccifera), llamada popularmente «coscolla», es un roble de porte arbustivo. Sus bellotas, más amargas, han servido para alimentar al ganado. Presenta unas agallas de color rojizo en las hojas provocadas por la parasitación de un hemíptero, una cochinilla, Coccus ilicis que determina el nombre de  la especie, de ella  se obtenía un tinte rojizo que se empleaba para elaborar el rojo carmesí. Tras un incendio es uno de los primeros arbustos que  rebrotan y sus semillas germinan fácilmente por lo que facilitan la colonización de las áreas quemadas.

La aliaga (Genista scorpius) es un arbusto muy frecuente en nuestra zona, se caracteriza por su estructura espinosa, que protege el crecimiento de pequeños pinos y encinas y a los animales que se cobijan bajo su ramaje, y por sus vistosas flores de color amarillo que la cubren por completo en primavera . Tradicionalmente se ha utilizado para chamuscar la piel del cerdo en el «matapuerco» (matanza tradicional del cerdo).

También encontramos una gran riqueza en plantas aromáticas muy apreciadas entre la población por sus cualidades medicinales , gastronómicas y cosméticas: tomillo (Thymus vulgaris), espliego (Lavanda angustifolia), romero (Rosmarinus officinalis), salvia (Salvia lavandulifolia)…

Un gran número de insectos se alimentan del néctar de sus flores, siendo imprescindibles en el proceso de polinización, sobre todo abejas y mariposas. De las abejas es muy popular y apreciada  la miel de romero y la de tomillo.

Una de las plantas medicinales más utilizadas en Andorra es la hierba bancera (Plantago sempervires) que crece en terrenos pedregosos distribuida por todo el término municipal. Sus usos son múltiples y derivan de sus propiedades antisépticas, emolientes y antiinflamatorias. Era muy habitual observar a las personas mayores cargadas con sacos llenos de esta planta para curar sus dolencias y las de sus animales durante todo el año. En la actualidad sigue utilizándose pasando de abuelos y padres a hijos este conocimiento tradicional. 

Algunas se utilizan como condimento alimentario; entre ellas la ajedrea (Satureja montana) que es muy usada para aliñar las olivas verdes, aunque también tiene propiedades digestivas. En un estudio realizado por el CITA Centro de Investigación Tecnológica y Alimentaria de Aragón , sobre plantas medicinales de nuestra zona se valoró como la planta con un aceite esencial de mayor calidad y competencia frente a los obtenidos de la misma variedad a nivel europeo.

Ecosistema húmedo

Es importante no por su extensión sino por su contribución al mantenimiento de la biodiversidad ya que el agua, en una tierra árida y seca, se convierte en «fuente de vida» para multitud de seres vivos. Las zonas húmedas corresponden a balsas y humedales naturales distribuidos por todo el municipio y a las riberas del río Regallo y sus afluentes. Pequeños oasis que contrastan con la aridez que los rodea aunque muchos de ellos se secan en períodos de falta de lluvias y altas temperaturas.

El subsuelo posee una gran riqueza en acuíferos utilizados en su mayoría en los mases para uso doméstico y riego de pequeñas huertas; el agua se extrae por bombeo a través de pozos y se acumula en balsas de obra. Otros elementos construidos por el hombre son los balsetes y  abrevaderos, éstos últimos muy importantes para el abastecimiento de agua al ganado y fauna silvestre.

Una balsa artificial muy importante ha sido la de la Central Térmica, recogía las aguas sobrantes del río Guadalope para la refrigeración de las torres. Debido a su extensa superficie ha albergado aves acuáticas como ánades y algunas migratorias que se refugiaban en la vegetación palustre de sus orillas. También se repobló con algunas especies piscícolas de agua dulce. La decantación de las cenizas de la Central ha ido anegando esta balsa paulatinamente.

La vegetación de ribera característica de las zonas húmedas es escasa, salvo en algunos lugares como el Estrecho de la Cerrada donde crecen chopos negros (Populus nigra), álamos blancos (Populus alba), sauces blancos (Salix alba), sauces cabrunos (Salix caprea), mimbreras (Salix fragilis), olmos (Ulmus minor), tamarices (Tamarix gallica), cañas (Arundo donax), zarzas (Rubus ulmifolius)…

Foto del Estrecho

Los chopos negros son los más abundantes y es habitual encontrarlos solos en algunos puntos de agua. Es un árbol de crecimiento rápido y su etapa de floración es muy llamativa  pues al unirse sus semillas originan la lana seminal que el viento transporta a largas distancias. En la actualidad hay especies muy hibridadas.

Los álamos blancos, pertenecientes a la misma familia, se caracterizan por el color blanquecino del envés de sus hojas. La mayor parte de los ejemplares están dentro de la población en avenidas y parques.

En lugares  como la Fuente Moreno o las Masadicas Royas hay choperas de repoblación.

El olmo era un árbol muy extendido en el municipio, no sólo cerca de zonas húmedas sino en los bordes de las carreteras y caminos, pero en las últimas décadas ha sido víctima de la grafiosis, una enfermedad producida por un hongo, que diezmó su población. Actualmente, en lugares como el Sendero Botánico, están en proceso de regeneración y los ejemplares que encontramos  suelen tener forma arbustiva. Sus hojas tienen una característica especial: son asimétricas en la base.

El familia de los sauces es la que crece más cerca del agua ya que necesita más humedad. En ocasiones es difícil identificarlos ya que se hibridan con mucha facilidad. Contienen en las hojas y la corteza ácido salicílico que tiene propiedades antitérmicas y antiinflamatorias. Gracias a la flexibilidad de sus delgados y flexibles vástagos son muy utilizados para la fabricación de cestería. En Andorra encontramos sauces blancos y mimbreras.

Foto sauces y mimbreras

La caña común es una planta herbácea arbustiva que forma densos cañaverales cuando dispone de la humedad que necesita. Ha sido muy utilizada para la construcción de cañizos y para la realización de labores agrícolas, sobre todo en los huertos. Sus troncos largos y huecos son adecuados para la fabricación de diferentes instrumentos musicales tradicionales.

En las balsas y puntos de agua crecen plantas acuáticas, algas como el pan de rana, helechos como el culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris) y  vegetación palustre: juncos (Juncus effesus) empleados para la fabricación de cestas y juguetes  caseros, aneas (Thypa latifolia) con cuyas hojas se han elaborado enseres domésticos como asientos de sillas y capazos,  carrizos (Phargnites communis) fundamental para la nidificación de aves acuáticas… 

 

Cabe destacar la presencia del latonero o almez (Celtis australis)un árbol muy extendido en todo el término que crece tanto en la cercanía  de zonas  húmedas y huertas, también se adapta a los terrenos áridos  gracias a su sistema radicular muy bien desarrollado. Muy popular tanto por el aprovechamiento de su elástica madera como por sus frutos maduros de color marrón, los latones, que sirven de alimento a personas y pájaros. Los niños utilizaban sus «huesos» para diferentes juegos.

Los musgos y líquenes

Son una parte menos llamativa de la vegetación pero tienen una gran importancia ecológica. Los encontramos en zonas húmedas y umbrías.

Los musgos son excelentes protectores de fauna y flora pues mantienen la humedad equilibrando la economía hídrica del ecosistema, detienen la erosión, interceptan la lluvia, absorben los contaminantes del aire y favorecen el desarrollo de muchas plantas germinando sus semillas entre ellos con lo que ayudan a la reforestación natural.  Una de sus características más llamativas es su capacidad para absorber el agua, hasta 20 veces su peso, y luego liberarla lentamente en tiempos de sequía.

Algunas aves y pequeños mamíferos los utilizan para la construcción de sus nidos.  Entre los musgos podemos encontrar pequeña fauna que ayuda a la formación del suelo y que sirve de alimento a algunos animales como el jabalí. Son capaces de colonizar rocas, muros, troncos, suelos…

Los líquenes son  pioneros en la colonización de suelos desnudos y rocas expuestas ayudando a la formación del suelo.

El paisaje de Andorra

Se trata de un paisaje muy humanizado debido a las diferentes actividades económicas que se han ido realizando a lo largo de los siglos, tanto  tradicionales como las derivadas del impacto de la minería y la industria o la agricultura intensiva,entre otras. Conviven  terrenos cultivables con polígonos industriales, explotaciones mineras y zonas de monte.  A pesar de ello, trasmite quietud y siguen  formando parte de su paisaje elementos de la vida tradicional como los olivares, huertos, campos de cereal, rebaños de ovejas y núcleos de mases testigos del origen de la villa y de su tradicional forma de vida. Estos elementos humanizados están enclavados dentro de una zona natural de monte mediterráneo.